Quito.- Ecuador enfrenta un nuevo período de estiaje en septiembre de 2025, pero a diferencia del año pasado, el panorama es más alentador. El Gobierno asegura que se ha preparado mejor: los embalses cuentan con más agua que en 2024, se ha reforzado la generación térmica, se importará energía desde Colombia y se han planificado casi mil megavatios adicionales para el sistema eléctrico. La meta principal es evitar apagones como los que ocurrieron en 2024, que llegaron a extenderse hasta 14 horas y generaron pérdidas millonarias.

El complejo hidroeléctrico Paute-Molino, que representa alrededor del 41 % de la demanda media nacional, mantiene los niveles de agua dentro de rangos normales, gracias a lluvias más altas de lo habitual entre junio y agosto. Hasta el 2 de septiembre, el embalse de Mazar, parte fundamental de este complejo, estaba a su capacidad máxima de 2.153 metros sobre el nivel del mar, generando 1.133 megavatios ese día. Los caudales de los ríos que alimentan estas hidroeléctricas se mantienen entre 3,6 y 7,6 metros cúbicos por segundo, muy por encima del nivel crítico de 1,2 m³/s, lo que garantiza un suministro estable por ahora.

En total, de los 3.757 megavatios de generación eléctrica del país, 3.000 megavatios, es decir el 80 %, provienen de hidroeléctricas, mientras que Coca Codo Sinclair aporta alrededor de 700 megavatios. Sin embargo, la demanda máxima del país puede alcanzar los 5.200 megavatios, por lo que la oferta nacional aún no cubre totalmente la demanda, especialmente porque algunos contratos de emergencia con Progen y Austral, por 241 megavatios, no se concretaron. Para garantizar el suministro, será necesario depender de importaciones desde Colombia, que podrían aportar hasta 450 megavatios adicionales.

Aunque la situación es más favorable que en 2024, cuando los embalses estaban bajos y ciudades como Cuenca enfrentaron 52 días sin lluvias significativas, el riesgo de déficit eléctrico sigue presente. Expertos señalan que la verdadera solución pasa por diversificar la matriz energética y acelerar la inversión en energías renovables, como solar y geotérmica, para reducir la dependencia de las hidroeléctricas y garantizar un suministro estable y sostenible a largo plazo


También se evidencia un notable incremento en los caudales de estas represas. Por ejemplo, en Mazar, el caudal pasó de 60,58 m³/s a la 01:00 a 187,7 m³/s a las 07:00.

El caudal de Amaluza subió de 32,52 m³/s (01:00) a 128,91 m³/s (09:00), mientras que el de Sopladora aumentó de 65,19 m³/s a 119,74 m³/s. Estos datos son alentadores y podrían contribuir a evitar cortes de energía eléctrica.

Colaboración: Xavier Velásquez

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