Ciudad del Vaticano.- El papa León XIV ha pedido seguir orando «por la paz en Oriente Medio, en Ucrania y en todo el mundo», lo hizo durante el rezo del Ángelus desde el atrio del Vaticano.
También, llamó al diálogo en Myanmar, Nigeria y Sudán. «En Myanmar, a pesar del alto el fuego, los combates continúan, causando también daños a la infraestructura civil.
Invito a todas las partes a emprender el camino del diálogo inclusivo, el único que puede conducir a una solución pacífica y estable», exhortó.
Luego, dijo que rezaba por las comunidades cristianas del Esta de Benue, en Nigeria. «En la noche del 13 al 14 de junio, en la ciudad de Yelewata, en el distrito de Guma, estado de Benue, Nigeria, se produjo una terrible masacre en la que murieron con extrema crueldad aproximadamente 200 personas, la mayoría de ellas desplazados internos, acogidos por la misión católica local», declaró el pontífice.
«Rezo para que la seguridad, la justicia y la paz prevalezcan en Nigeria —dijo—, un país amado y tan afectado por diversas formas de violencia. Y rezo de manera especial por las comunidades cristianas rurales del estado de Benue, que han sido víctimas constantes de la violencia».
En referencia a Sudán, «desde hace más de dos años devastada por la violencia», pidió «que cesen los combates, preservar a los civiles y dialogar».
«Recibí la triste noticia de la muerte del reverendo Luke Jumu, párroco de El Fasher, víctima de un atentado», agregó.
«Mientras aseguro mis oraciones por él y por todas las víctimas —continuó el Pontífice—, renuevo el llamamiento a los combatientes para que detengan sus ataques, protejan a los civiles y entablen un diálogo por la paz».
«Insto a la comunidad internacional a intensificar sus esfuerzos para proporcionar al menos la asistencia esencial a la población, gravemente afectada por la grave crisis humanitaria»», exhortó.
Robert Prevost también recordó durante el Angelus a un joven mártir de Congo, Floribert Bwana Chui, asesinado a los 26 años por oponerse a la injusticia, que hoy será beatificado en Roma.
«Fue asesinado a los 26 años porque, como cristiano, se opuso a la injusticia y defendió a los pequeños y a los pobres», enfatizó.
«Que su testimonio inspire valor y esperanza a los jóvenes de la República Democrática del Congo y de toda África», agregó.
En tanto, el Papa celebró hoy una misa por el Jubileo del Deporte en la Basílica de San Pedro, en la que sostuvo que «el deporte lleva en sí un reflejo de la belleza de Dios».
«Celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, mientras vivimos los días del Jubileo del Deporte. El binomio Trinidad-deporte no es precisamente de uso común, pero la yuxtaposición no está fuera de lugar. Toda buena actividad humana, de hecho, lleva en sí misma un reflejo de la belleza de Dios, y el deporte es sin duda una de ellas», dijo.
«Por eso el deporte puede ayudarnos a encontrarnos con el Dios Trinidad -continuó el Pontífice-, porque requiere un movimiento del yo hacia el otro, ciertamente externo, pero también y sobre todo interno. Sin esto, se reduce a una estéril competición de egoísmo».
«Pensemos en una expresión que, en italiano, se usa comúnmente para animar a los atletas durante las competiciones: los espectadores gritan ‘¡Dai!’ (¡dale!)», sugirió el Papa.
«Quizás no lo pensemos, pero es un hermoso imperativo: es el imperativo del verbo «atreverse». «Y esto nos hace reflexionar —agregó—: no se trata solo de ofrecer un rendimiento físico, quizá extraordinario, sino de entregarse, de jugar. Se trata de entregarse por los demás, por tu propio crecimiento, por tu afición, por tus seres queridos, por tus entrenadores, por tus colaboradores, por el público, incluso por tus oponentes; y, si eres un verdadero deportista, esto va más allá del resultado».
Es que el deporte, afirmó, es «un medio precioso de formación humana y cristiana». «En una sociedad marcada por la soledad, en la que el individualismo exasperado ha desplazado el centro de gravedad del ‘nosotros0 al ‘yo’, terminando por ignorar al otro, el deporte -sobre todo cuando es de equipo- enseña el valor de la colaboración, del caminar juntos, de ese compartir que está en el corazón mismo de la vida de Dios», expresó el pontífice.
«Puede así convertirse en un importante instrumento de recomposición y de encuentro – observó -: entre los pueblos, en las comunidades, en los ambientes escolares y laborales, en las familias».
En síntesis, el deporte «es un modo de construir la paz, porque es una escuela de respeto y lealtad, que aumenta la cultura del encuentro y de la fraternidad», concluyó.