La primera imagen que recuerdo de Rómulo, fue una estampa que a diario se repitió por muchos años en la cabina de CRE Satelital, él sentado a la derecha del recordado don Petronio Salazar. Rómulo, era su pupilo, su delfín, el periodista joven que absorbía toda su experiencia, corría aún la década de los 90.
La capacidad de Rómulo y su carácter, siempre decidido, hicieron que una vez que estuvo preparado y el maestro partió, él brillara solo. Ya no era el periodista junior; muy joven todavía se convirtió en el periodista central del programa, en la figura, la voz reconocida a la que la gente escuchaba y creía.
Las charlas en los pasillos con los colegas, las bromas, el llegar cargado de sourvenirs para los compañeros cada vez que se iba a un torneo internacional, se convirtieron en una costumbre para todos aquellos que compartimos con él.
Pero dentro de todo ese éxito profesional, esa vida llena de emociones que lo llevaba a torneos y mundiales alrededor del planeta, hubo un hecho que obscureció su vida para siempre…la partida abrupta, violenta, inexplicable de su único hijo, Brunito. Podríamos decir, que hubo un antes y un después en la vida de Rómulo Barco. Nadie, o casi nadie se atrevía a indagar en su mirada triste luego de esa tragedia.
Los éxitos profesionales en distintos medios de comunicación continuaron, pero el vacío que reflejaba era inocultable. Noble de corazón, siempre vivía recomendándonos a los demás que cuidáramos mucho de nuestros hijos y es que esa era una manera de proteger a quienes lo rodeábamos de sufrir una agonía que parecía no tener fin para él.
Su partida nos ha sorprendido a todos, a un hombre joven y exitoso, nadie espera que le ocurra algo así, que en el momento menos pensado un infarto se lo lleve de la faz de la tierra, pero todos quienes lo conocimos, tenemos la certeza, de que ha partido al mejor de sus viajes, porque no va a cubrir ningún torneo ni a entrevistar a ningún jugador famoso, no, éste es el mejor de sus viajes, porque ha partido al cielo a encontrarse con su hijo, a jugar con la camiseta azul que ambos amaban, a continuar esa vida padre e hijo que quedo trunca en la tierra.
Los micrófonos y las cámaras han quedado silenciados, los medios y los periodistas estamos de luto por su partida, pero tú Rómulo estás de fiesta en el cielo, en compañía de tu persona favorita. Hasta la próxima compañero.