Los periodistas entramos en una zona de arduo trabajo cada vez que se acercan las elecciones. Primero, por las expectativas sobre las internas, conformación de binomios, listas y propuestas, luego, por conseguir de cada fuente las declaraciones, plan de trabajo y detalles de su campaña, pero…aquí vienen los peros, que son muchos, ¿Cuánto de esa información vale la pena?, ¿Cuánto de esa información es entendible y útil?, sobre todo eso, útil para que los ciudadanos podamos escanear a cada uno de los candidatos.
Ahora son 17, muchísimos, los suficientes, como para que todos terminemos confundidos, pero, ¿Quiénes tienen una actuación coherente, de estadistas, de credibilidad; y quienes, en cambio, han iniciado su campaña con un show de barrio, dándose de arañazos con otros políticos o peleándose con la prensa? ¿Vale la pena replicar la actividad de cada candidato dándoles el mismo espacio? ¿Deberíamos aplicar una autocensura regida por el derecho de cada candidato a tener la misma cobertura en los medios o debemos autocensurarnos priorizando el respeto que merecen los ciudadanos a que no les hagamos perder el tiempo con shows que no deberían tener cabida en los planes de un futuro presidente o asambleísta?
Cada medio lo evaluará, pero en lo personal, optaré por la teoría del descarte. Mucho show, cero tiempo. Lo lamentable de esta situación que es simplemente un código periodístico personal o institucional, es que deja al descubierto que, para correr por la presidencia de la República en nuestro país, a muchos solo les ha hecho falta audacia, un poco de plata, cero ética y muchas cualidades histriónicas.
Y eso que la función oficial ni siquiera arranca. Ahora…dicen que la culpa no es del cerdo sino de quien le da de comer, por lo tanto, pidiendo disculpas a los cerditos por el símil (ellos no actúan con mala intención), y poniéndome al otro lado del escenario, es decir, ya no como periodista, sino como ciudadana, siempre nos queda la posibilidad de escoger, a quien le damos espacio y a quien no, pero, por favor, no lo hagamos de acuerdo a “las tendencias” en las redes sociales o de las propagandas o dádivas de campaña, veamos qué es lo que nos interesa a cada uno de nosotros.
No permitamos que los candidatos nos marquen la agenda, invito a la ciudadanía definir la cancha en la que jueguen los candidatos. Ah, se me olvidaba un pequeño gran detalle, que la ley dice que tenemos que darles a todos el mismo espacio? Pues, por eso prefiero priorizar la posición de ciudadana que la de periodista, porque como ciudadana, nadie me obliga a escuchar, ver o leer a unos cuantos mentirosos profesionales que quieren llegar con mi voto a una posición de poder. Tranquilos, que cuando los medios nos veamos obligados a cumplir con la ley, y abrir micrófonos o regar tinta para que esos estafadores de credibilidad intervengan, entenderemos porque apagan radios, televisores, cierran revistas, periódicos, celulares y computadoras, ya recuperaremos la audiencia y seguidores con las propuestas serias o con los cuestionamientos a quienes realmente los puedan responder. Esa será una cuota que los medios tendremos que aportar.