Autor: Elvis Marín Córdova
Dentro del argot deportivo tenemos frases como las siguientes: “El segundo es el primero de los perdedores”, “no sabía que le daban medalla al segundo”; que han marcado la historia y, al mismo tiempo, una filosofía triunfalista en todas las ramas del deporte.
Si bien, en el circuito olímpico pasa un poco desapercibido el tema de colgarse la medalla de plata, en otros deportes, ya sea individuales o en equipo, se refleja mucha impotencia, frustración cuando no se logra el objetivo: quedar campeón. Desencadenando en actitudes poco deportivas como sacarse la medalla, no asistir a la premiación, no permitir que le impongan la medalla, entre otras.
Todo esto hace que me pregunte: ¿tanto deshonor hay en las medallas que no son de oro?
La verdad es que no hay tal deshonor, es más cualquier deportista o equipo que se haya quedado en el camino, hubiese querido colgarse la medalla que muchos se atreven a despreciar. Esa es la frustración hablando.
No darle el reconocimiento a la medalla de plata es lo mismo de minimizar o no reconocer el camino que se tuvo que recorrer para llegar a instancias finales, “cuando pase el tiempo vas a ver esa medalla, que hoy desprecias, y dirás: Yo estuve ahí” dijo alguna ocasión Hernán Crespo. Y es verdad.
Cuando dicen que “solo del campeón se acuerdan”, me saltan las preguntas ¿Con quién compitió Rafael Nadal en la final de Wimblendon 2008? ¿quién fue el rival de Brasil en la final del mundo del ’94? ¿Contra quién el Liverpool hizo el milagro de Estambul? ¿La Alemania del 1-7 en Brasil 2014, a quién le ganó en la final? ¿Novak Djokovic jugó solo más de cinco horas para ser campeón del Abierto de Australia 2012? Todos estos partidos fueron espectaculares finales que quedaron marcadas en la historia, 2 equipos, y deportistas individuales, que recorrieron un largo camino lleno de obstáculos para enfrentarse en una pelea titánica donde el mayor ganador fue el público. Nadal contra Federer en 2008; la Brasil de Bebeto, Romario y Dunga ganando en pénales a la Italia de Baggio; Alemania derrotando en tiempo extra a la Argentina de Messi; El Liverpool logrando la épica contra el Milán de Maldini, Kaká, Shevchenko y compañía; Y por último Djokovic en uno de los partidos más largos del tenis contra Nadal. ¿En serio somos tan soberbios para desmerecer y olvidarnos de todos estos cotejos y solo enfocarnos en quién levantó el trofeo?
La filosofía triunfalista fundamental para sacar el máximo potencial de los futbolistas, pero, así mismo, se debe inculcar a manejar la frustración de no lograr el objetivo, y hacerlo mejor la próxima vez; el deporte da revanchas. No solo hay que enseñar a ganar, también se debe enseñar a perder, pero siempre con la cabeza en alto y con humildad en ambos casos.
Oro, plata, o bronce, no importa cuál te cuelgues, diste lo mejor de ti, y esa medalla es símbolo de aquello. Y la historia debe también darle el reconocimiento que se merece.